A mediados de la
década de los 70, Manuel Vázquez Montalbán recuperaba la figura de Groucho
Marx, en detrimento del resto de sus hermanos, para sentarla como una de las
claves culturales más importantes del siglo XX [1]. A
ello contribuyó, sin duda, tanto la longevidad de Groucho como su versatilidad
en otras facetas al margen de la cinematográfica: escritor, hombre público,
presentador de televisión, etc.
La operación nos
parece tan digna de elogio como de repulsa. Glorificar a Groucho a expensas del
resto de los Marx supone, a todas luces, una tergiversación de la realidad. Los
Marx son inseparables. Sus funciones, su peculiar humor, sus caracteres y
personajes son complementarios; y ensalzar a uno de ellos en menoscabo del
resto es como concebir un automóvil con dos ruedas.
Que sea este artículo
una reivindicación ¾aunque
tardía no menos necesaria¾ de tan
genial e irrepetible grupo cómico es lo que nos proponemos. Porque los Marx
fueron ante todo y sobre todo: HERMANOS.
La obra
cinematográfica de los hermanos Marx está compuesta por trece películas rodadas
a lo largo de diecinueve años
[3].
Todas ellas poseen la ferocidad de las exposiciones dadaístas: un lenguaje
caótico y absurdo, un disparate en sus formas y una subversión de la realidad,
además de una crítica cruenta y soterrada a la sociedad como pocas veces en la
historia del cine y del espectáculo se ha podido ver.
1ª Etapa.
Abarca los años
comprendidos entre 1929 y 1933, y se compone de cinco films: The cocoanuts,
Animal Crackers, Monkey Business, Horse Feathers y Duck Soup. Rodados bajo
el auspicio de la
Paramount Pictures y la supervisión de Herman J. Mankiewicz
(futuro guionista de Ciudadano Kane y hermano del director Joseph Leo).
Tanto The cocoanuts como Animal Crackers son sendas adaptaciones
de obras teatrales con las que el grupo ya había triunfado en Broadway. Las
restantes películas de esta primera etapa son el fruto de la cooperación con
los guionistas Nat Perrin y Arthur Sheekman.
Su humor iconoclasta
y su sentido de la destrucción son llevados al máximo. Con apenas un argumento
real y sólido, las películas tienden a ser gags y sketches entrelazados y
alternados con números musicales, ejecutados por los hermanos tanto individual
como conjuntamente.
En este primer
momento el grupo está formado por cuatro hermanos: Groucho, Chico, Harpo y
Zeppo, el benjamín (nacido en 1901), que encarnaba el personaje de juvenil
dandy enamorador y enamorado. Es indispensable la mención a la actriz Margaret
Dumont ¾denominada comúnmente “la otra
hermana de los Marx”¾
habitual partenaire de Groucho, en su papel de millonaria snob y un poco boba,
blanco de los galanteos destinados inevitablemente a sacarle el dinero [4].
La película más
importante de esta primera etapa es, por supuesto, Duck Soup: descarnada parodia de los conflictos bélicos y la
política europea ¾con un
número estelar en el que los cuatro hermanos ponían a cantar y bailar a todo un
parlamento¾, supone la culminación de una
escalada progresiva hacia el humor radicalmente violento, tanto físico (Harpo)
como verbal (Groucho y Chico).
2ª Etapa.
Se inicia tras un año
de inactividad. A raíz del descalabro comercial de Duck Soup, la
Paramount había aprovechado la oportunidad para deshacerse de
ellos.
La casualidad, la
fortuna o que Chico estuviera endeudado (cosas del juego) con el productor
Irving Thalberg, les hizo firmar un contrato que les comprometía a realizar
cinco películas, bajo la mano tutelar de la Metro-Goldwyn-Mayer.
Son los cuatro primeros films los que conforman esta segunda etapa: A night
at the opera, A day at the races, Room Service y A day at the circus.
El cuarteto ya había devenido en inmortal trío debido al alejamiento de Zeppo.
El inteligente
Thalberg les impone una nueva fórmula que se caracteriza por unos puntos
esenciales:
a) Los personajes han
de ser más tiernos, menos anárquicos. Unos personajes más digeribles y
simpáticos para el público.
b) La historia será
más convencional, menos virulenta en su tratamiento.
c) El argumento más
sólido. El guión más coherente y elaborado. Para ello, Thalberg les hace volver
al teatro de variedades, donde probarían sus gags a modo de ensayo para
comprobar la efectividad ante el auditorio.
d) Como contrapunto a
sus excentricidades se crearía una historia paralela, más desarrollada y
profunda que la de sus películas anteriores: un romance entre el galán y la
actriz de turno que martirizarían (todo hay que decirlo) al espectador con sus
gorgoritos y sus insulsos arrumacos.
En pocas palabras: el
humor absurdo, iconoclasta y destructivo del grupo se veía obligado a
suavizarse y aburguesarse en aras de una mayor comercialidad. Lo cual no
impidió que en algún momento surgiera la chispa destructiva:
—La famosa escena del
camarote (siempre aludida, imitada, antologada, ...) que supone un homenaje explícito al anterior
humor abandonado.
—El diálogo absurdo y
delirante que se convirtió, desde el momento de su estreno, en todo un clásico:
“La parte contratante de la primera parte...”, para terminar con “pronto madura
la fruta esta temporada”.
Esta renovación trajo
consigo la polémica: los Marx habían claudicado ante la sociedad que
criticaban, el relajamiento les había hecho perder su propia identidad y genio.
A pesar de ello hay que admitir que A night at the opera es una película
redonda en todos los sentidos, y que sirvió ¾quiérase o no¾ para
realzar la carrera del grupo y acercarles al gran público. No en vano el propio
Groucho siempre la prefirió sobre Duck Soup.
Esta nueva fórmula se
repitió con menor fortuna ¾Chico
ya lo había augurado: “Nunca fueron buenas segundas partes”¾ en sus siguientes films. Thalberg había muerto prematuramente
durante el rodaje de A day at the races, por lo que sus siguientes
películas obtuvieron escasos presupuestos para su rodaje, sin el apoyo del
productor amigo. El éxito y los logros fueron decayendo paulatinamente:
1) A day at the races consigue salvarse apoyándose en algunos gags magistrales: los
Marx haciéndose pasar por tres doctores y efectuando un reconocimiento médico a
la siempre sufrida Margaret Dumont; los Marx saboteando constantemente la
carrera de caballos.
2) Room Service es una curiosidad por varias razones: rodada íntegramente en
interiores y carente de números musicales de cualquier tipo, nos es grato
observar que el idilio entre la pareja de turno es tan ligero que apenas tiene
desarrollo en la pantalla. Ya su mismo título ¾entre los A night... y A day... de esta segunda
etapa¾ supone un intento de acercamiento a
las películas de su primera época.
3) A day at the circus es, quizás, la más floja de toda su cinematografía, de la que
únicamente cabe destacar la escena en la que Chico y Harpo efectúan un registro
“minucioso” a la habitación del circense Hombre Forzudo, mientras éste duerme
placenteramente.
3ª Etapa.
Es su última etapa (1940-48)
y comprende cuatro películas: Go West, The big store, A night
in Casablanca y Love Happy.
Todavía bajo el
auspicio de la Metro,
los Marx ven revitalizada su decaída estrella con la realización de Go West.
El grito de Groucho es sintomático: “¡Más madera... es la guerra!”. Pero el
descalabro de su siguiente película, The big store ¾acrecentado por un mundo en plena hecatombe bélica que no estaba
para “frivolidades”¾, les
alejaría durante cinco años de la pantalla, a la que regresarían fugazmente con
sus dos últimas películas:
1)
A night in Casablanca fue más famosa por su polémica judicial con la Warner Bross., que
por su escaso valor artístico. La
Warner ¾un
tanto mosqueada y un todo equivocada¾ creyó
que la película era una parodia de su famosa Casablanca. La batalla
epistolar entre los Marx (liderados por Groucho) y la Warner se ejemplifica
magistralmente en una serie de hilarantes cartas, de las que recogemos algunos
fragmentos:
Queridos Warner Brothers: Al
parecer hay más de una forma de conquistar una ciudad y de mantenerla bajo el dominio propio. Por ejemplo, hasta el momento en que pensamos hacer esta
película, no tenía la menor idea de que la ciudad de Casablanca pertenecía
exclusivamente a los Warner Bross... Sin embargo, pocos días después de
anunciar nuestra película recibimos su largo y ominoso documento legal en el
que se nos conminaba a no utilizar el nombre de Casablanca (...). Aun cuando pensaran en la
reposición de su película, estoy seguro de que el aficionado medio del cine
aprendería oportunamente a distinguir entre Ingrid Bergman y Harpo. No sé si yo
podría, pero desde luego me gustaría intentarlo. Ustedes reivindican su Casablanca y pretenden que nadie más
pueda utilizar este nombre sin su permiso ¿Qué me dicen de “Warner Brothers”?
¿Es de su propiedad, también? Probablemente tengan ustedes el derecho de
utilizar el nombre de Warner, pero ¿y el de Brothers? Profesionalmente,
nosotros éramos “brothers” mucho antes que ustedes. [5]
2)
Love Happy se haría posteriormente popular porque en ella aparecía durante
breves segundos la ya despampanante Marilyn Monroe. Groucho apenas aparecía en
toda la película; mientras Harpo cobraba un protagonismo tan inusitado como
merecido. La sociedad se disolvió al terminar el rodaje: ya eran viejos y
estaban cansados.
Esta tercera y última
etapa representa el declive y el agotamiento de una fórmula exprimida desde
1935. Los mismos Marx son ya conscientes de su anacronismo y lo incluyen en sus
películas. Revelador es, por ello, el personaje de Flywheel (detective
encarnado por Groucho y rescatado de sus seriales radiofónicos) en The big
store, que acude a su trabajo sobre un prehistórico automóvil de la guerra
de Filipinas, y que en la última escena del film es remolcado por una
sofisticada grúa ante las mudas, pero no menos enérgicas protestas de Harpo y
su inseparable bocina.
El
triángulo de los Marx
La configuración en
trío resultó idónea para su particular humor. La base del triángulo (los extremos
más radicales) se sustenta en Groucho y Harpo; la parte más alta, el vértice,
el punto que emerge sobre la irracionalidad de la base está en Chico. Groucho
da los varapalos a la sociedad, Harpo efectúa las cabriolas y Chico se
convierte en bisagra y apoyo de sus hermanos.
Groucho (1895-1977)
Su verdadero nombre
era Julius Henry. Sobre él (con su bigote pintado ¾porque una vez antes de una actuación no tuvo tiempo de colocarse
el postizo que todavía llevaba¾, su
humeante puro y su espalda inclinada) descansa la gracia verbal, la verborrea
absurda y caótica, desmitificadora; su virtud estriba en proponer distintos
niveles de recepción. En A day at the races Groucho ¾que interpreta a un veterinario¾ le comenta a Margaret Dumont: “Cásate conmigo y no volveré a
mirar a otro animal”.
Groucho dio los
varapalos cínicos y ácidos a una sociedad cubierta por una respetabilidad que
él se encargaba de dinamitar. Demostró (como más tarde Ionesco) que hablando,
la gente no se entiende. Su misma indumentaria era una denuncia a toda clase de
convenciones para ocultarse a sí mismo. Su frac y su habano, su camisa blanca y
su lazo al cuello, sus gestos e intenciones denunciaban claramente al personaje
del ladrón de guante blanco, el cazadotes descarado e interesado, pretendidamente
bien vestido que no dudaba en besar los grandes zapatos de su amada millonaria
(¡cómo no!, la siempre recordada Dumont) para salirse con la suya.
Sus juegos de
palabras (a pesar del doblaje) son ya característicos y reconocibles en
cualquier situación. El mismísimo Valle-Inclán aparece como antecedente ilustre
de ese “chiste” tan peculiar:
EL MINISTRO: ¡ Ahora, adiós!
¡Dame un abrazo!.
MAX ESTRELLA: Toma un dedo y no
te enternezcas [6]
Amante de la verdad
siempre, Groucho hizo gala de su cruel humor cuando en 1977, la Academia de Hollywood le
concedió un Oscar honorífico que recogió diciendo: “Me lo dan porque piensan
que voy a estirar pronto la pata”. Murió ese mismo año.
HARPO (1893-1964)
Su verdadero nombre
fue Adolph ¾aunque a veces lo llamaron Arthur¾. Él representa lo opuesto a Groucho. Reconocible por su
indumentaria característica: chistera y gabardina, bocina y mudez aderezada con
silbidos estridentes, peluca rizada y roja (que siempre vimos en blanco y
negro).
Sobre él descansan
las cabriolas. Su humor es una acción vandálica y destructiva, imparable e
impía; resultando asfixiante y molesto para todo aquel que tenga la desgracia
de caer a su lado. Su mudez y su “fisicalidad” le convirtieron, en su época, en
el “animal” cinematográfico por excelencia. Su actitud iconoclasta y voraz
(recuérdese la comida en Room Service, donde no respeta ni la vajilla)
es un grito contra la estupidez de la sociedad, poniendo ante nuestros ojos el
ritmo azaroso y estresante que envuelve nuestra cotidianidad.
Al igual que la
supuesta inocencia de su mudez, que aparece degradada cuando echa mano de unas
tijeras con las que corta todo lo que puede, también la imagen de pureza
desaparece en cuanto ve un par de piernas femeninas a las que perseguir.
Su manoseada gabardina
es un cajón de sastre donde tienen cabida los objetos más diversos. En Love
Happy los bolsillos interiores contienen toda clase de utensilios
variopintos, algunos de ellos de claro carácter paródico: docenas de latas de
conserva, un cucurucho de helado, un mantel (con todos los elementos de una
mesa para un comensal: platos, vaso, salero, cubiertos), un abanico, su bocina,
un acordeón, una barra de jamón de York, una alfombrilla donde se lee
“welcome”, dos piernas ortopédicas, un buzón, un paraguas, una
rueda-salvavidas, una collera para los caballos, una barra de hielo, un
perrito, un rodillo de colores distintivo de las barberías y, por último, un
pequeño trineo, en clara alusión al famoso trineo “Rosebud” de Ciudadano
Kane. La gabardina de Harpo es el mundo en el que nos movemos: objetos
inconexos y, la mayoría de las veces, inútiles cuyo absurdo no habíamos
advertido.
CHICO (1891-1961)
Leonard fue su
verdadero nombre. Ocupa la parte alta del triángulo. Injustamente ha sido
siempre desestimado por la crítica. Chico es el puente entre la verborrea de
Groucho y la mímica delirante de Harpo. Resulta imprescindible para ambos y
para nosotros: Groucho puede hablar solo ¾como a veces lo hace¾, pero
necesita al menos un auditorio (Chico), un contrapunto a sus monólogos; Harpo
puede elegir seguir brincando toda su vida, pero a la hora de expresarse es
Chico quien descifra sus gestos para nuestra comprensión.
En la mayoría de las
películas interpreta a un hermano, familiar o íntimo amigo de Harpo. Ellos dos
suelen forman un grupo en oposición a Groucho. Cuenta éste que en cierta
ocasión una dama le preguntó cómo era posible que siendo él judío, su hermano
Chico fuera italiano. Desde luego la pregunta no es tan ridícula como podría
parecer: por su atuendo (camisa de lunares o a cuadros, chaqueta ajustada y,
sobre todo, un peculiar sombrero inidentificable pero que sugiere una
procedencia latina) Chico es el exponente del italiano emigrado a Estados
Unidos durante las primeras décadas del siglo XX. El nombre de los personajes
que interpretó a lo largo de su carrera también es revelador: su propio
pseudónimo ¾Chico¾, Ravelli (The big store, y antes en el serial radiofónico Flywheel,
Shyster y Flywheel), Fiorello (A night at the opera), Chicolini (Duck
Soup) y tantos otros.
Ideario
cómico
Su misión fue
divertirse al tiempo que fustigaban la estupidez humana, la sociedad que los
hombres hemos inventado y que nos amordaza. Se dieron cuenta de que vivían en
el más absurdo de los mundos posibles, en el más enloquecido y ridículo.
“Habíamos descubierto”, dijo Groucho, “que las mentiras continuas y
consistentes eran el único camino para sobrevivir”. Descubrieron que la gente
era imbécil y entraron en el juego, que también era una estupidez. Escribe
Groucho:
Quiérase o no, estamos viviendo
en un mundo de eufemismos y de absurdos disimulos... Por ejemplo, el hombre que
le entierra a uno se hace llamar funerario. Todo el mundo, excepto el cadáver,
sabe que es un enterrador, pero este título fantástico ayuda a convencer a los
deudos de que su amado no está realmente muerto, sino que sólo se ha ausentado
por unos pocos millones de años. [7]
Diego Galán, en un
artículo breve pero esclarecedor, sentó las bases de su humor sobre tres puntos
básicos
[8]:
a) Utilización extrema de la
lógica en las situaciones humanas, desembocando en un sinsentido.
Escribí este libro durante las
interminables horas que empleé esperando a que mi mujer acabara de vestirse
para salir. Si hubiera andado siempre desnuda, nunca habría tenido la
oportunidad de escribirlo.[9]
*** *** ***
CHICO: Un coche y un chófer
cuestan demasiado. He vendido mi coche.
GRUCHO: ¡Qué tontería! En su
lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el coche.
CHICO: No puede ser. Necesito el
chófer para que me lleve al trabajo por la mañana.
CROUCHO: Pero, ¿cómo va a
llevarlo si no tiene usted coche?
CHICO: No necesita llevarme. No
tengo trabajo.
(Horse
Feathers)
b)
La ausencia total de
hipocresía. He aquí dos diálogos entre Groucho y Margaret Dumont en The big store:
ELLA: ¡Usted me hace volver a mi
juventud!
ÉL: ¡Qué bonita época aquella de
la Edad de
Piedra!
*** *** ***
ELLA: ¿Cuáles serán sus
honorarios?
ÉL: Veinte mil dólares.
ELLA: ¿No le parecen demasiados?
ÉL: Por supuesto, pero sólo un
timador de poca monta pediría menos.
c)
La adhesión a la hipocresía
de la sociedad para ponerla en ridículo y reírse de ella. El afán de dinero y
de erotismo y, para ello, la sabia utilización de la estupidez de los
“colocados”: en engaño y la astucia. De nuevo en The big store: "ÉL: Si se casa conmigo su dinero
será mi dinero".
O los mismos personajes en un diálogo ya clásico de Duck Soup:
ÉL: ¿Quiere usted casarse
conmigo? ¿Le dejó su marido mucho dinero? Conteste primero a la segunda
pregunta.
ELLA: ¡Me dejó toda su fortuna!
ÉL: ¡Oh! ¿No ve que estoy
intentando decirle: ¡¡la amo!!?.
E incluso al margen de sus películas, como la carta al periodista
Goodman Ace con fecha de 1953 en donde habla sobre Truman, el presidente de
EE.UU.:
Comí con Truman en Kansas City y
nos divertimos mucho. Estuvo muy gracioso. Refiriéndose a su discurso
televisivo de la noche anterior dijo: “Groucho, cada una de las palabras que
pronuncié eran la pura verdad”. Esto, por supuesto, era una mentira, pero ya
que me ofrecían una comida gratis no estaba dispuesto a discutir con él. [10]
El cine de los
hermanos Marx fue un filón encontrado casi por casualidad, un pequeño estante
dentro del género de la comedia. Los hermanos Marx fueron geniales porque son
irrepetibles, porque van más allá del filón que explotaron hasta dejarlo seco y
yermo[11].
Este trabajo ha pretendido únicamente lo que anunciaba y enunciaba: la revisión
de un pasado glorioso.
BIBLIOGRAFÍA:
¾ Groucho
i Chico, advocats (Els guions radiofònics dels germans Marx), edición de Michael Barson, Barcelona, Cercle de
Lectors, 1990.
¾ Berlanga, Jorge: “Los hermanos Marx: Cuando los
locos andan sueltos”, en Historia del Cine. Tomo II, Diario 16, Madrid,
1987. pp. 446-7.
¾ Alonso Ibarrola, J. Manuel: “Julius Henry: ¡Hola
y adiós!”, en Idem, pp. 448.
¾ Rodríguez, Eduardo: “Una noche en la ópera:
la comedia romántica de los Marx”, en Idem, pp. 498-99.
NOTAS
[1]
Vázquez Montalbán, M.: “Groucho Marx o el otro marxismo”, en
Triunfo, nº
602, abril 1974, pp. 44-5.
[2]
Abordaremos únicamente el estudio de sus creaciones cinematográficas en cuanto
grupo, pues no debemos olvidar que tras la separación del trío, Groucho fue el
más activo en todos los aspectos: en cine y en solitario (
Copacabana,
1947, de A.E. Green;
Dinamita doble, 1951, de I. Cummings; y
Una
novia en cada puerto, 1952, de Ch. Erskine); presentó un célebre programa
de televisión:
Apueste su vida; y acrecentó su fama y prestigio en el
campo de la literatura:
Camas,
Groucho y yo,
Memorias de un
amante sarnoso, etc.
Al margen de su obra cinematográfica también cabría
destacar las incursiones de Groucho y Chico en la radio: el serial Flywheel,
Shyster y Flywheel, de media hora de duración, desde noviembre de 1932
hasta mayo de 1933, para la NBC
de Nueva York, con guiones de Nat Perrin y Arthur Sheekman; y el programa
cómico de vida efímera para la CBS
durante la primavera de 1934, en el que Groucho interpretaba al sagaz
periodista Ulises H. Drivel y Chico a su ayudante Penelli.
[3] The
cocoanuts (D.W. Stanley y Robert Florey, 1929), traducida indistintamente
como
Los cocos locos o
Los cuatro cocos.
Animal Crackers
(Victor Herman, 1930), conocida como El conflicto de los Marx.
Monkey Business (V. Herman, 1931), también con
dos traducciones: Naderías o Pistoleros de agua dulce.
Horse Feathers (Norman Z. McLeod, 1932): Plumas
de caballo.
Duck
Soup (Leo
McCarey, 1933): Sopa de ganso.
A night at the opera (Sam Wood, 1935): Una noche en
la ópera.
A
day at the races
(S. Wood, 1936): Un día en las carreras.
Room Service (W.
A. Seiter, 1938): El hotel de los líos.
A day at the circus (Edward Buzzel, 1938): Una tarde en el circo.
Go West (E. Buzzel, 1940): Los
hermanos Marx en el Oeste.
The
big store (Charles Reiner, 1941): Tienda de locos ¾no fue estrenada en España hasta 1982¾.
A night in Casablanca (Archie Mayo,
1946): Una noche en Casablanca.
Love Happy (David Miller, 1948): Amor en conserva.
[4]
Esta actriz apareció en siete películas de los Marx: The cocoanuts,
Animal Crackers, Duck Soup, A night at the opera, A day at the races, A day at
the circus y The big store.
[5] Marx, Groucho:
Las cartas de Groucho,
ed. Anagrama, Barcelona, 1985. pp. 16-7.
[6]
Valle-Inclán, Ramón del:
Luces de bohemia, ed. Espasa-Calpe, Madrid,
1987. p. 79.
[7] Marx,
Groucho:
Groucho y yo, Tusquets Editores, Barcelona, 1989. p. 261
[8]
Galán, Diego: “Alrededor de los inquietos bigotes de Groucho”, en
Triunfo,
nº 512, Madrid, 1972. pp. 30-1
[9] Marx,
Groucho:
Memorias de un amante sarnoso, ed. Júcar, Madrid, 1988. Página
sin numerar al inicio del libro.
[10] Marx, Groucho:
Las cartas de Groucho,
ed. Anagrama, Barcelona, 1985. pp. 310-11.
[11] Hablando de filones, Oreste de Fornari
comparaba los westerns con los spaguetti-westerns (en Carlos Aguilar,
Sergio
Leone, ed. Cátedra, Madrid, 1990. p. 159): “La diferencia hay que buscarla
en el origen. El Western americano es un género, el italiano es sólo un filón.
Los géneros comportan un flujo regular de inversiones, son el producto de un
sistema industrial; los filones... excesivamente explotados, se agotan con
rapidez”.