Desde las primeras décadas del siglo XX, decenas de familias alicantinas recorrieron la geografía española dedicadas a la elaboración de tejas. Con el buen tiempo, desde los comienzos de la primavera hasta los primeros días del otoño, los tejeros se vieron en la necesidad de abandonar sus pueblos para recalar en los más remotos lugares de la península. Castilla o Los veranos es un reconocimiento a esta labor —único sostén económico de muchas generaciones—, a esa forma de vida ya extinta e ignorada por gran parte de la sociedad actual.
El narrador recrea las vicisitudes de una familia de tejeros que vive y trabaja en la ancha Castilla, pero que piensa obsesivamente en el retorno a su hogar alicantino. Arranca la novela —concebida como un mosaico— en la década de 1960, cuando el oficio de tejero está ya en decadencia, y realiza un bosquejo de la España rural de la posguerra: la represión, las rencillas y las venganzas políticas, el hambre y la escasez, el maquis y la pervivencia del conflicto bélico… Pero a la vez, dentro del relato novelesco y potenciando este, surge con fuerza extraordinaria la figura del propio narrador.
AGOTADO
Sobre ella han dicho...
La novela obtuvo el I Premio de Novela Corta «Cristóbal Zaragoza», convocado por el Ayuntamiento de Villajoyosa (Alicante), otorgado por un jurado compuesto por Ana María Matute, como presidenta de honor, Dolores Such Noguerales, como presidenta, Miguel Catalán, Miquel Martínez, Carmen Amoraga, María García-Lliberós, Vicente Márquez y Lorenzo Hernández, quienes valoraron el cuidado del idioma que presentaba la obra y la capacidad de llegar al corazón del lector.
«Hay un momento en que la novela se convierte prácticamente en una metanovela: aparece el autor y empieza a jugar con el tiempo, con la ficción, a tomar decisiones.»
José Ramón Giner, Información.
«Es una novela excelentemente bien escrita que no utiliza la postguerra para transmitir una ideología, sino para contar una historia universal: la del sufrimiento.»
María García-Lliberós, ABC.